Video de la pieza teatral:
Alumnos y profesor colaboramos en la
escritura de esta obra. La idea fue hacer una pieza teatral sobre el juicio de
la naturaleza a los humanos. Un juicio previsto por la vidente en el primer
acto y celebrado en la Corte de la Reina Tierra en el segundo. Partimos de la
suposición de que si la naturaleza juzgara a la humanidad las acusaciones
serían terribles y el Hombre merecería el castigo más duro. Puede que la
naturaleza ya nos está juzgando o castigando. ¿Quizá el desequilibrio climático
es ya el castigo?
Sin embargo, la obra tiene un final
feliz: no queríamos mandar un mensaje apocalíptico ni trágico, sino de
esperanza.
Con los pocos medio de que disponemos,
hemos tenido que hacer grandes sacrificios para preparar el decorado, el
vestuario, los disfraces, etc. A este
respecto, uno de los méritos de la obra es que la mayor parte del material
utilizado es reciclado.
Hemos presentado la obra en nuestro
instituto, en otros dos institutos de la región y en el salón de actos de la
Academia de Educación de Fez-Bouleman. Fue un todo un éxito. Lo mejor de
nuestra campaña medioambiental.
Texto de la pieza teatral:
Personajes:
§ La Vidente
§ El Cliente
§ La Reina
Tierra
§ El señor
Aire
§ Gotita de
Agua
§ El señor
Árbol
§ El señor
Pingüino
Acto 1:
(En la
consulta de una vidente. Es un lugar pequeño. Una mesa bastante grande con las
cartas, una lámpara y una vela encendida. La mayor parte de la
decoración es de color rojo. La vidente lleva muchas pulseras,
collares y anillo. Entra
un cliente, un hombre joven. La saluda y
se sienta a su lado derecho. La vidente lo recibe amablemente.)
Cliente: Buenas tardes señora
Vidente: ¡Hola! ¡Buenas tardes! Pase, siéntese.
Cliente: (se sienta)
Vidente: (cogiendo las cartas) ¿Qué quería saber
usted?
Cliente: Mi futuro, señora. ¿Qué será mi futuro?
Vidente: (baraja las cartas y se las da al
cliente. Él las corta en tres partes). Muy bien, vamos a ver. (Sacando las
cartas) Veo que la fortuna le sonríe. (Sonriendo) Se hará cada vez más rico.
Veo mucha prosperidad, muchas fábricas y un progreso económico creciente e
imparable. (Se bloquea y su sonrisa se esfuma) Pero…
Cliente: (Se acerca a las cartas apoyando sus
codos sobre la mesa) ¿Pero qué? ¿Qué está viendo usted?
Vidente: Las cosas se están poniendo muy negras. Vivirá
como si fuera el único ser que habita este mundo. Su progreso quebrantará las
leyes de la naturaleza; explotará la tierra sin tener en cuenta las
consecuencias: (gritando) inundaciones, sequías, huracanes, calentamiento
global. (Con tristeza en la voz) un día, vendrá el castigo…
Cliente: Pero ¿qué castigo? No puede ser...
Vidente: (agresiva, rompe las cartas) ¡Fuera!…
¡largo de aquí! No quiero volver a verle la cara, ¡maldito hombre!
Acto 2:
(Al fondo del escenario un cielo negro,
con estrellas, lunas, planetas y otros astros y satélites del espacio. En medio del
escenario está el trono de la Reina Tierra. Alrededor están esperándola, el
Señor Aire, la Gotita de Agua, el Señor Árbol y el Señor Pingüino. Al lado,
está un hombre atado.)
Entra la Reina
Tierra, se sienta solemnemente en su trono y se dirige a su corte:
:
¡Señores! os he reunido hoy aquí, en mi corte, para celebrar un
juicio, a raíz de las múltiples denuncias que he recibido de vuestra parte. El
acusado es el Hombre. Las acusaciones son múltiples y graves; se acusa al hombre
de llevar a cabo un sistemático genocidio contra diferentes especies.
Doy la
palabra al señor aire para exponer la primera de las acusaciones.
El señor
Aire: (levantando y abriendo los brazos) He experimentado grandes
cambios, sobre todo alrededor de las ciudades. (Señalando al Hombre con el
dedo) Por culpa del hombre he dejado de ser puro y limpio. El hombre me ha
intoxicado con el humo de los automóviles y de las industrias. Esta situación
resulta muy perjudicial para mí y para todos los seres vivos que me hacen
compañía en este mundo. Como consecuencia de estas crueldades, la atmósfera se
recalienta provocando desequilibrios en la vida (Como asfixiado).
Como veis
nos encontramos en una situación desesperada y todo es por culpa del hombre.
(Le sopla en plena cara al Hombre al Hombre con tanta fuerza que éste pierde su
equilibrio)
La Reina
Tierra: A continuación, tiene la palabra la Gotita de agua para exponer
las acusaciones que tiene contra el hombre.
Gotita de
Agua: (moviendo su cuerpo como las olas) Pues, las aguas de la
tierra tampoco estamos mejor. Los ríos, lagos y mares estamos sufriendo las
consecuencias de la actividad humana. El hombre siempre nos ha considerado como
vertedero habitual y nos ha intoxicado con sus barcos petrolíferos y con sus
múltiples residuos: pesticidas, desechos químicos, metales pesados, residuos
radioactivos, etc.
(Abatida)
La situación es alarmante porque estos residuos son dañinos para la vida animal
y vegetal. Otro crimen cometido por el hombre es la contaminación termal. Las
grandes fábricas eléctricas nos han utilizado como refrigerantes, lo que nos
subió la fiebre. De seguir así, la salud de las aguas corre el riesgo de quedar
dañada para siempre. El tiempo se acaba y si las aguas se pierden la vida
desaparecerá. (Mirando a la Reina Tierra y al acusado) Hay que poner fin a
estas atrocidades antes de que sea tarde.
La Reina
Tierra: También he recibido acusaciones contra el hombre por parte de
árboles y plantas. De eso nos hablará el señor Árbol.
El señor
árbol: El mayor daño que nos ha infligido el hombre ha sido la
desforestación. Miles de hectáreas de bosques se destruyen anualmente. Cada dos
segundos son talados o quemados el equivalente a la superficie de un campo de
fútbol. La invasión de las ciudades, los
campos, las fábricas y las carreteras ha ido acompañada de la destrucción y
degradación de bosques. Nuestra degradación ha producido la erosión del suelo,
que a su vez favorece las inundaciones y sequías y reduce la biodiversidad.
Por todo
eso, (dirigiéndose al acusado) el hombre se merece el juicio máximo que su
majestad pueda imponer.
La Reina
Tierra: Al final, y en nombre de los animales nos hablará el señor
Pingüino.
El señor Pingüino: El hombre,
en su infinita arrogancia, ha llegado a convertir a la misma palabra
"animal" en insulto, negando su propia condición animal y su
parentesco con el resto de la fauna terrestre.
(Gritando
en la cara del Hombre) ¡Cerdo! ¡Hijo de perra! ¡Bicho! ¡Víbora! ¡Burro!
¡Rata!¡Cabrón! y una larga lista de insultos que llenan los diccionarios y
calumnian nuestro reino animal.
Además de
estas calumnias, los humanos han capturado, domado y esclavizado a miles de
millones de seres animales, forzados a trabajar en el transporte, los cultivos,
la caza, la guerra y el entretenimiento. A otros les encierran para extraerles
sus huevos o su leche materna, o incluso para luego matarles por su carne o sus
pieles. Últimamente se han cometido atrocidades aun mayores en el nombre de lo
que llaman "la ciencia", torturas crueles en lugares secretos
denominados "laboratorios".
En muchos
casos se han llevado a cabo auténticas campañas de exterminio contra ciertas
especies, empleando pesticidas, cepos, armas de fuego y otros mortíferos
ingenios humanos. El resultado es una extinción masiva como la que acabó con
los dinosaurios hace sesenta y cinco millones de primaveras.
La Reina
Tierra: según lo que acabo de oír, el daño del Hombre nos ha afectado a
todos. ¿Entonces? ¿Qué castigo veis que
se merece el hombre por estos crímenes?
El señor Pingüino: Para
estas atrocidades sólo existe una sanción posible: la extinción preventiva del Hombre.
El señor
Aire: Sí, ¿por qué no lo condenamos a la horca? Al morir estrangulado
sentirá la importancia del aire.
Gotita de
Agua: No, mejor arrojarlo al mar. Es el castigo que se merece.
El Señor
Árbol: Ni hablar, el mejor castigo será condenarlo a la hoguera,
quemarlo como ha quemado miles de millones de árboles.
La Reina
Tierra: ¡Señores! Antes de decidir la condena, sería justo escuchar al
acusado (se dirige al Hombre) Díganos señor, ¿Qué hay de cierto en las
acusaciones que le han dirigido?
El Hombre:
¡Majestad! Reconozco todos mis errores. Siempre he estado pensando en cosas
nuevas sin pensar en lo que voy dejando atrás a mi paso. He olvidado que “no
sirve de nada correr a toda prisa si no sabes a dónde vas”.
Merecería
cualquier castigo que me impusiesen. Pero (llorando) ¿Qué va a pasar con los
niños? Ellos no tienen la culpa de nuestros errores. ¿Les vamos a negar el
derecho al futuro y a la vida?
Por otra
parte, de mis hermanos, cada vez hay más ecologistas que defienden su reino.
Majestad,
les ruego darme una última oportunidad. Le prometo que cambiaré y que
rectificaré mi conducta.
(La Reina
hace una señal a su corte para que se acerquen, permanece consultándolos un
buen rato y al final les manda desatar al acusado.)
TELÓN